Prohibir no es educar: El nuevo borrador de decreto de la Comunidad de Madrid pone en jaque la alfabetización digital

El futuro digital de las nuevas generaciones en juego.

OPINION

3/21/20254 min read

black wooden writing desk chair inside room
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Una decisión que apaga pantallas… y oportunidades

La Comunidad de Madrid ha presentado el borrador de un decreto que limitará drásticamente el uso de dispositivos digitales (ordenadores, tabletas o similares) en los centros educativos sostenidos con fondos públicos. Entre sus medidas más polémicas, se encuentra la prohibición del uso individual de pantallas en las etapas de Educación Infantil y Primaria. Un movimiento que, bajo la bandera de la protección y el bienestar, supone un paso atrás en la tan necesaria alfabetización digital de las nuevas generaciones.

Desde CocoAI, queremos alzar la voz con claridad: ni la tecnología es el problema, ni prohibirla es la solución.

Educar en lugar de prohibir: una responsabilidad ineludible

La educación es, sin duda, el principal pilar para garantizar el bienestar individual y colectivo, la igualdad de oportunidades, el ejercicio pleno de la ciudadanía democrática y la prosperidad económica. Y no lo decimos desde CocoAI: lo afirman de forma unánime el Ministerio de Educación, los organismos internacionales, los profesionales del ámbito educativo y el sentido común. Si queremos ofrecer a las nuevas generaciones un futuro mejor, la clave pasa —inevitablemente— por la educación.

Cierto es, que tenemos evidencias de que el mal uso de la tecnología puede tener efectos negativos sobre el desarrollo físico, emocional, mental y social. Pero conviene ser precisos: estos efectos están ligados al uso excesivo, inadecuado o no supervisado de la tecnología, no a su presencia en sí misma. La tecnología no es el enemigo. No es inherentemente buena ni mala. Es una herramienta, y como toda herramienta, su impacto depende del uso que hagamos de ella.

Vivimos en un mundo digitalizado y conectado, y esta realidad no va a desaparecer. Darle la espalda a la tecnología no solo es inútil, es contraproducente. Alejar a los menores de ella es empujarles hacia una desventaja futura. Lo que realmente necesitamos es reforzar la alfabetización digital desde edades tempranas, educar en el uso consciente y saludable de las pantallas, y construir una cultura del bienestar digital que permita maximizar sus beneficios y reducir sus riesgos.

La alfabetización digital: más que un derecho, una necesidad

La alfabetización digital, no solo es nuestra responsabilidad, es un derecho reconocido por la LOMLOE en España y respaldado por la UNESCO y la Unión Europea. Pero más allá del marco legal, se trata de una necesidad urgente para preparar a las nuevas generaciones para un mundo en el que el entorno digital cada vez cobra mayor relevancia. La alfabetización, se refiere no solo a saber manejar dispositivos, sino a adquirir las competencias, habilidades y valores digitales necesarios para desenvolverse con seguridad, sentido crítico, responsabilidad y ética en los entornos digitales.

Hace solo unos días, con motivo del Día Internacional del Aprendizaje Digital, la UNESCO lo expresó con claridad meridiana: “las competencias digitales y la alfabetización mediática se están convirtiendo cada vez más en un componente clave del aprendizaje fundamental, sin el cual las personas no pueden participar de forma eficaz y responsable en la vida social, cívica y económica."

Por si se nos hubiera olvidado, este 2025, bajo el impulso del Consejo de Europa y con el respaldo de 46 ministros de Educación, ha comenzado el Año Europeo de la Educación para la Ciudadanía Digital, una iniciativa que busca intensificar los esfuerzos en este ámbito para afrontar los desafíos —y aprovechar las oportunidades— que plantea la tecnología. La alfabetización digital, por tanto, no solo es un derecho, sino una condición esencial para el desarrollo personal, académico y social de las nuevas generaciones.

Un gran desafío, con una responsabilidad compartida

La propuesta de la Comunidad de Madrid no solo resulta insensata, sino que representa una visión anticuada y contraproducente ante los desafíos de la nueva era digital. Prohibir el uso individual de dispositivos digitales en las aulas de Infantil y Primaria no es proteger la infancia, es limitar su educación y derecho a aprender a liderar el mundo en el que les ha tocado vivir.

Dicho lo cual, consideramos necesario recordar que la alfabetización digital de las nuevas generaciones no puede recaer únicamente sobre los hombros de las administraciones publicas o el sistema educativo, aunque estas tengan un papel esencial e irrenunciable. Se trata de un desafío colectivo que exige el compromiso activo de toda la sociedad.

Las familias, como primer entorno de socialización, tienen un rol fundamental. La mayoría de los riesgos asociados al uso de la tecnología no ocurren en el aula, sino en el hogar. Padres y madres necesitan formación, apoyo y recursos para ejercer una mediación consciente y activa que acompañe a sus hijos en su vida digital desde el primer momento.

Los centros escolares deben convertirse en espacios donde se integre la tecnología con un propósito pedagógico, de forma crítica y equilibrada. Es imprescindible que diseñen proyectos educativos en los que la digitalización no sea un fin en sí misma, sino una herramienta al servicio del aprendizaje, que fomente el pensamiento crítico, la creatividad, la comunicación, la colaboración y, en definitiva, las competencias digitales que el alumnado necesita para desenvolverse en la sociedad actual.

Las administraciones e instituciones públicas deben garantizar que ese acompañamiento sea posible. ¿Cómo? Con una regulación adecuada, invirtiendo en la formación del profesorado, dotando a los centros escolares de recursos tecnológicos adecuados, y facilitando herramientas de apoyo a las familias. Sin estos medios, hablar de alfabetización digital como un derecho se queda en un eslogan vacío.

Pero esta responsabilidad también debe extenderse a las empresas tecnológicas y plataformas digitales, quienes tienen la responsabilidad de desarrollar una tecnología ética que proteja, en lugar de poner en peligro, el desarrollo e integridad de los más vulnerables: los niños, niñas y adolescentes.

En CocoAI lo tenemos claro: convertir a las nuevas generaciones en ciudadanos digitales competentes, críticos y responsables no es solo una aspiración educativa: es una tarea colectiva, urgente y necesaria. Solo trabajando juntos podremos garantizar que la tecnología sea una gran aliada para todos.